sábado, 5 de noviembre de 2011

Robert Capa, un retorno a Barcelona

La verdad es que el MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya) no puede gustarme más, ya que no solo es magnífico en sus irreemplazables colecciones de románico (una de las más importantes del mundo y que abordaré otro día), gótico o modernismo, sino que encuentra en su edificio, el Palau Nacional, uno de los monumentos más colosales de la ciudad. Inaugurado en 1929 por Alfonso XIII con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona, esta obra de inspiración renacentista corona una de las colinas de la Ciudad Condal, a la que ofrece una magnífica silueta y desde la que garantiza unas vistas de excepción. Pues justo ahí me he encontrado con un fotógrafo extranjero que, después de 70 años, ha regresado a una España deprimida, esta vez sin conflicto armado, a la que le toca afrontar la impotencia de cinco millones de parados y miles de familias sin trabajo, ni hogar, ni recursos. Bienvenido, señor Capa, bienvenido a la España del siglo XXI. 


La figura de Robert Capa, seudónimo de Endre Ernö Fridemann, permanece y permanecerá eternamente ligada a dos asuntos. Primero, a la creación de la Agencia Magnum y, segundo,  a la Guerra Civil Española, una de las páginas más brillantes de su carrera. Y es que Capa fue el primero en meterse de lleno un conflicto armado, disparando en primera línea con su cámara para mostrar al mundo el Apocalipsis en que se había tornado nuestro país. ¿Y qué salió de todo esto? Ni más ni menos que miles de negativos de distintas etapas del conflicto que, parte de ellos, tras 70 años perdidos, fueron redescubiertos en México en 2007 y llegan a España por primera vez en la exposición La Maleta Mexicana. El redescubrimiento de los negativos de la Guerra Civil española de Capa, Chim y Taro, que acoge el MNAC. 


La maleta en cuestión, salvada por el colaborador de Capa, Tchiki Weiss, tras la huida de este a EE.UU. por la invasión nazi de París, contiene 4.500 negativos realizados durante la Guerra Civil por el propio Capa, Chim (David Seymour) y Gerda Taro, compañera sentimental del primero. Pero, más allá del gran documento histórico que representan, son la primera muestra de fotoperiodismo de guerra que existe.

En la exposición, distribuida por territorios y frentes de guerra, pueden verse reproducciones facsímiles de rollos de negativos que muestran la secuencia original de la foto publicada y nos revelan escenas inéditas. Del mismo modo, frente a los negativos, están expuestas en grandes vitrinas las revistas originales donde salieron a la luz los fotoreportajes. 

En el interminable número de imágenes que se exhiben, no dejan de llamar la atención los pueblos destruidos, con ancianos, niños y madres huyendo del horror, el ambiente de los frentes de guerra, el sufrimiento y la incertidumbre ante las morgues repletas de cuerpos anónimos o la aparición de personajes ilustres de la época como la Pasionaria, Azaña, Lluís Companys o un García Lorca que no presagiaba su inminente y fatal destino. 


Parafraseando el propio programa de la muestra, estamos ante  un "testimonio gráfico excepcional de la vida en el frente o en las trincheras, de los estragos de los bombardeos sobre la población civil o del drama en los campos de refugiados, la Maleta Mexicana es un espejo de nuestra historia". 


Una joya de gran interés.  Altamente recomendable. Hasta el 15 de enero en el MNAC. 

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